Antes de las semifinales del sábado ante Alemania, la capitana de las Leonas confía en el poderío de la selección y recibe un apoyo vital de su familia
Se desmarcó, juntó las manos y desenvainó una pegada cruzada que encontró el palo de Victoria Granatto, para anotar el único gol del partido ante Inglaterra. La del miércoles fue una áspera y trabajada victoria que sirvió para dar el salto a las semifinales del Mundial de hockey sobre césped de España y Países Bajos. Después de ese duelo ante las inglesas a todo o nada, llegaron el abrazo con sus compañeras, los saltos, los gritos al cielo, esa selfie grupal formando corazones con las manos y el juramento de que no bajarán la guardia hasta el final. Así lo vivieron las Leonas y así lo sintió su capitana, Rocío Sánchez Moccia, una chica picante dentro de la cancha porque desequilibró con la pelota desde el mismo momento en que debutó en este legendario seleccionado argentino.
Este sábado, desde las 16.30, llegará el compromiso frente a Alemania por un lugar en el match decisivo, con lo que ya está cumplido el objetivo de disputar el máximo de seis partidos en la Copa del Mundo. Era lo que se habían planteado todas las dirigidas por Fernando Ferrara desde el momento en que subieron al avión y volaron con destino a la ciudad catalana de Terrassa.
“Este equipo está hoy para grandes cosas. Es humilde, tiene compromiso, mucha entrega y, por sobre todo, ganas. Muchas ganas de crecer partido a partido y de ser protagonista”, describe Sánchez Moccia a LA NACION. Además, el equipo cuenta con as en la manga: la arquera Belén Succi, figura indiscutida en los cuartos de final, con dos salvadas sobre la hora. “Es una bestia; sin dudas es de las mejores arqueras del mundo. Para nosotras es una referente, confiamos a ciegas en ella y es una pieza fundamental para el equipo. Nos da muchísima seguridad, y eso nos hace estar tranquilas a la hora de jugar”, opinó sobre la guardavallas del CASI, que anunció su retiro tras el torneo.
Sánchez Moccia es una conocedora de exigencias y partidos definitorios. Vivió en carne propia los dos sentimientos extremos que trae aparejado el deporte: el orgullo de subirse a numerosos podios y, en menor medida, el sinsabor de quedar eliminadas de manera prematura, tal como sucedió en los Juegos Olímpicos de Río 2016. La volante formada en Liceo Naval lleva 279 partidos con la camiseta argentina y tiene en su espalda dos finales olímpicas (Londres 2012 y Tokio 2020), dos participaciones en Copas del Mundo (La Haya 2014 y Londres 2018) y ocho incursiones en Champions Trophy/Pro League. Junto con Succi (267) es la más experimentada del plantel y posee un frondoso historial personal ante Alemania: jugó 21 partidos, ganó 14, empató cuatro y perdió tres.
Desde que surgió, fue mayormente una inamovible porque ofrece soluciones creativas en el mediocampo. Su fuerte no es la marca, pero sí el factor sorpresa para activar el cambio de ritmo en pos de agredir el arco rival. Claro que últimamente pasaron cosas; lamentó la marginación para este Mundial de su amiga Delfina Merino, que también era capitana. Y ahora le toca tanto liderar a sus compañeras como conducir los hilos del juego, en un equipo que viene extrayendo lo mejor de su repertorio pese a los planteos rocosos que oponen los adversarios. ”Estamos muy bien, se nos hicieron un poco largos aquellos días sin jugar, pero los supimos llevar muy bien todos, el cuerpo técnico y el plantel. No haber jugado nos dio más ganas de querer disputar el partido ante Inglaterra y llevarnos el pase a semis”, señaló, respecto de los cinco días de descanso que tuvieron tras la finalización de la etapa de grupos, en la que ganaron los tres encuentros.
Por estas horas, el seleccionado habla de un “monotema”: Alemania. “Nos conocemos mucho, siempre son partidos dinámicos y duros. Creo que la clave va a estar en ser pacientes y aprovechar cada pelota que tengamos en su área y defender muy bien, como lo venimos haciendo. Además, tenemos que cometer el menor número de errores en defensa y no regalar nada”, argumenta desde la concentración.
No se cansa de repetir: “Amo jugar al hockey”. Y la pasión y entrega que ella siente al vestir la camiseta argentina se transmite en cada una de las integrantes del equipo. Es el efecto contagio de un grupo que se terminó de formar durante la campaña invicta de la Pro League, certamen en el que forjó vínculos a partir de los triunfos, el resultado de que todas tiraron para el mismo lado. Un slogan muy propio de las Leonas es que dan “el 110 por ciento”.
Sánchez Moccia supo reinventarse, superarse y crecer. Multipremiada por varias entidades deportivas argentinas por ser considerada “revelación” y mejor jugadora, es quizás la máxima cultora del dribling del conjunto nacional. Cuando tiene la bocha es indescifrable, sus pases precisos y el entendimiento con sus compañeras hacen al juego dinámico y veloz. Pero hubo un factor externo que la obligó en este Mundial a readaptar su juego: tuvo que atender más el esquema defensivo debido a la baja en la titularidad de Victoria Sauze, muy limitada en minutos debido a la lesión en el pulgar derecho. Aunque debió suplir a una volante combativa como Sauze, Rochi no pierde la oportunidad para generar las jugadas de ataque y encontrar a las delanteras en las últimas 25 yardas. La experiencia internacional le dio el conocimiento para saber cuándo y cómo apretar; su talento es el motor para ofrecer en la cancha habilidad y combinaciones con sus compañeras.
De todas maneras, no gozaría de esta realidad deportiva no sería posible sin el apoyo incondicional de su familia. Directamente, si no tuviera a sus seres queridos a su alrededor, no podría seguir jugando de manera competitiva, al menos en un seleccionado que exige ir siempre a fondo como el de las Leonas. “Estoy feliz con la compañía de mis familiares. Es muy lindo tenerlos cerca. Son mi contención, que estén acá no tiene precio”, apunta la madre de Francesca, que luego de cada partido corre a abrazarla a la tribuna. “Ella me enseñó muchísimas cosas. A ser paciente, tolerante y ser más positiva. Todo eso hoy lo traslado también a mi juego”, resumió la jugadora de 33 años, que también tiene el respaldo de su pareja en el día a día del Mundial. Con ellos al lado, siente que tiene vía libre para seguir brillando en la cancha.