A menos de una semana de las elecciones legislativas, el último relevamiento de Equipo Mide revela un dato que inquieta a todas las fuerzas políticas: el crecimiento sostenido de los indecisos y del voto en blanco. El estudio, realizado entre el 6 y el 10 de octubre con una muestra de 1.588 casos en todo el país y un margen de error de ±2,7%, muestra que uno de cada cinco electores aún no tiene definido su voto o planea manifestar su descontento anulando el sufragio.
La tendencia, que ya se había insinuado en septiembre, se consolida como un fenómeno transversal: afecta tanto a oficialistas como a opositores, y se acentúa entre los menores de 35 años y los sectores medios urbanos, especialmente en el Centro y el NEA.
Desencanto y desconfianza
El informe advierte que la principal razón del voto en blanco o la indecisión es la desconfianza generalizada hacia los dirigentes políticos. Los consultados mencionaron la “falta de soluciones concretas”, la “crisis económica persistente” y la “sensación de que todos son lo mismo” como los motivos más frecuentes para no elegir. Entre quienes aún no definieron su voto, el 60% afirmó que “ningún espacio representa sus intereses”, mientras que un 25% aseguró que “esperará hasta último momento” para decidir.
Efecto en las principales fuerzas
El crecimiento de los indecisos preocupa especialmente a las principales fuerzas, que necesitan movilizar su base electoral para sostener los resultados logrados en las PASO. En la proyección de voto, el porcentaje de indecisos y blancos supera al de cualquier tercera fuerza, lo que convierte al abstencionismo activo en un actor político en sí mismo. Consultores políticos advierten que la tendencia podría definir el reparto de bancas en distritos clave como Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe, donde pequeñas variaciones en la participación podrían alterar la composición del Congreso.
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El crecimiento del voto en blanco y de los indecisos también se interpreta como parte de un proceso más profundo: la reconfiguración del mapa político post-Milei. Los votantes que en 2023 optaron por opciones “antisistema” hoy muestran una alta tasa de desmovilización, mientras que el resto del electorado parece fluctuar entre el voto útil y la apatía. “La encuesta muestra una ciudadanía que no encuentra representación clara. La política está en un proceso de realineamiento, y el voto en blanco funciona como un canal de protesta silenciosa”, señala la conclusión de Equipo Mide.