Cabral era zambo, de padre indígena y madre africana. En apenas 15 minutos de la batalla de San Lorenzo, su heroico accionar le dio la muerte y la gloria.
Fue en esa madrugada del 3 de febrero de 1813 cuando el coronel José de San Martín, al frente de su compañía cargaba a sable y lanza contra los realistas que habían desembarcado frente al convento de San Carlos, su caballo bayo de cola cortada al garrón recibió un tiro de metralla en el pecho.
El animal se encabritó y luego cayó pesadamente, aprisionándole a su jinete su pierna derecha.
Los granaderos de la primera compañía dudaron al ver a su jefe caído, aunque rápidamente se reagruparon cuando escucharon el “¡Viva la Patria!” del capitán Justo Germán Bermúdez, que arremetía contra los españoles por uno de sus flancos.
Soldados realistas lo rodearon. Pretendían tomarlo prisionero o bien matarlo.
Un español quiso ultimarlo de un sablazo y alcanzó a herirlo en la mejilla izquierda al momento que San Martín movió su cabeza.
Otro realista arremetió con su bayoneta, pero el puntano Juan Bautista Baigorria le dio muerte.
La probabilidades de libertad del Continente se desvanecían con El General.
Cuando la primer batalla en el suelo argentino parecía ser el final del viaje, el correntino Juan Bautista Cabral, pie a tierra, tomaba por los hombros a San Martín, era herido de muerte.
El coraje y el sacrificio correntino empezaban a escribir la historia grande que hicieron posible luego la Liberación de América.