A fines del siglo XIX, la ciudad de Concordia poseía el tercer puerto del
interior en importancia por el volumen de tráfico en mercaderías, tanto
entrante como saliente y también de personas que arribaban. Se estaba
en medio del aluvión inmigratorio y la zona era propicia para el mercado
internacional y la acogida de nuevos brazos para trabajar las fértiles
tierras de las lomadas entrerrianas.
Con anterioridad a la inauguración del puerto en nuestra ciudad los barcos anclaban en el medio del rio donde sus pasajeros y equipajes eran buscados por un lanchón el cual lo identificaban con el nombre de “Bife” por ser muy chato y de bajo calado.
El servicio fluvial nacía en Buenos Aires y terminaba aquí. La flota más grande la tenía el señor Mihanovich, con una gran cantidad de barcos que se utilizaban para el transporte de pasajeros y mercaderías tales como hierro, maderas, sales, etc.
Al habilitarse el puerto actual hubo un gran incremento en el movimiento de mercancías, ya que Concordia cuenta con una ubicación estratégica que resulta ideal para la distribución de mercaderías en un amplio abanico de ciudades
El personal que empleaba se aproximaba a los 300 trabajadores que rotaban en tres turnos (mañana, tarde y noche). Como nuestro puerto estaba habilitado para importar y exportar este llego a ser el 4 puerto más importante de nuestro país luego de Bs. As, Rosario y Bahía Blanca.
Entre otras tantas cosas llegaban vehículos de Norteamérica, estos venían armados en cajones de madera totalmente cerrados, de modo que al desmontar el bulto el coche estaba listo para ser usado.
Los días de fiesta y los domingos, gran cantidad de público se reunía en el puerto para presenciar la llegada de los vapores de pasajeros, la gente ya conocía, que barco era el que estaba por arribar ya que cada uno de ellos tenía pitadas y tonos especiales con que anunciaban su llegada al puerto.
Después de esta época de esplendor, nuestro puerto —como todos los del río Uruguay— entró a mermar sus actividades por diversos factores que conspiraron contra su bonanza. Entre medidas del gobierno y problemas sindicales los puertos del rio Uruguay comenzaron su decadencia.