Pese a que comenzó la aplicación del segundo refuerzo contra el Covid en gran parte del país, aún hay un gran número de personas que no recibió ni una dosis.
Después de dos años de pandemia y más de uno con disponibilidad de vacunas para enfrentar al coronavirus, la Argentina se posiciona en el mundo como uno los países que más ha vacunado contra el COVID-19, la enfermedad muchas veces mortal que ocasiona el SARS-CoV-2.
Según el Monitor Público de Vacunación, el país ya aplicó 97.831.967 vacunas, en donde se contabilizan 40.685.495 personas con una dosis y 37.154.035 con dos. Además, hay 16.965.019 personas con una dosis de refuerzo y 3.027.418 con una dosis adicional, en momentos en que también se están aplicando las cuartas dosis por motivos específicos de salud o a quienes deben viajar y tienen dos dosis de la vacuna Sputnik V que no está autorizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y varios países del mundo.
Pero, ¿cuántos argentinos aún no se vacunaron contra el coronavirus y en el otro extremo, cuántas son las personas mejor protegidas con tres dosis (dos del esquema completo y una tercera de refuerzo)?
Martín Barrionuevo, contador y senador provincial por Corrientes, que se ha convertido en un experto en implementar gráficos con información oficial emanada por el Ministerio de Salud de la Nación, elaboró un cuadro sobre la demografía de los vacunados y no vacunados en el país. En el mismo, se puede observar cuántas personas en Argentina están sin vacunas, quienes tienen una sola dosis, dos y hasta tres. Todos según el rango etario desde los 3 años hasta los más adultos.
Según contabiliza Barrionuevo, en el país hay 1.311.679 niños de 3 a 11 años sin vacunar, lo que representa la población más expuesta al coronavirus. Le siguen los 648.087 mayores de 60 años sin vacunarse, 540.213 de 30 a39 años, 337.384 de 12 a 17 años, 235.548 de 18 a 29 años, 121.220 de 40 a 49 años y 48.370 de 50 a 59 años. En total son 3.242.501 personas que nunca recibieron la vacuna contra COVID-19.
Las personas con una sola dosis de vacuna contra COVID totalizan 3.853.336, de las cuales 1.203.107 son del rango etario de 3 a 11 años, 546.154 de 12 a 17, 1.021.002 de 18 a 29, 485.417 de 30 a 39 años, 271.200 de 40 a 49 años, 137.572 de 50 a 59 años y 188.884 mayores de 60 años. Respecto a quienes tienen el esquema completo (dos dosis), se contabilizan 4.145.182 de 3 a11 años, 2.406.125 de 12 a 17, 4.396.165 de 18 a 29, 2.931.800 de 30 a 39 años, 2.028.715 de 40 a 49 años, 956.331 de 50 a 59 años y 732.548 mayores de 60 años.
Y finalmente, las personas más protegidas contra el coronavirus en Argentina, amén de la protección que genera el organismo después del contacto con el virus, son aquellas que recibieron una tercera dosis o dosis de refuerzo. Allí se contabilizan 16.032 niños de 3 a 11 años, 957.015 de 12 a 17, 2.904.246 de 18 a 29, 3.118.772 de 30 a 39 años, 3.524.738 de 40 a 49 años, 3.264.146 de 50 a 59 años y 6.058.452 mayores de 60 años. En total suman casi 20 millones de personas.
La importancia de la tercera dosis o dosis de refuerzo radica en que la cantidad de anticuerpos neutralizantes del virus que proporcionan las vacunas disminuye con el tiempo. En todo el mundo, las campañas de vacunación contra el COVID-19 a gran escala están ayudando a controlar la propagación del virus, pero incluso en los países con altas tasas de vacunación, pueden producirse infecciones puntuales. Por eso, los científicos creen que se debe a una pérdida gradual de inmunidad con el tiempo. Examinar el tiempo transcurrido desde la vacunación y el riesgo de infección podría proporcionar pistas importantes sobre la necesidad de una tercera o cuarta inyección y su momento determinado.
El doctor Pablo Bonvehí (M.N. 62.648), jefe de infectología del CEMIC y miembro de la Comisión nacional de Inmunizaciones (CoNaIn) recordó la importancia de la aplicación de terceras y cuartas dosis. “Es importante la aplicación de una tercera dosis, para la población general, como una cuarta para los inmunocomprometidos o aquellos mayores de 50 años que fueron inmunizados con vacunas con virus inactivados o atenuados; como es el caso de Sinopharm. En la Argentina, las dosis de refuerzo se aprobaron para mayores de 18 años, en noviembre, a los 6 meses. Luego, en enero, de acortó a 4 meses. Y a finales de febrero se impulsó aplicar un booster, también a los 4 meses, a los adolescentes”, afirmó Bonvehí.
Asimismo, explicó que en los chicos de entre 12 y 17 años se administra una inmunización de ARN mensajero (Pfizer o Moderna), mientras que en los adultos estas vacunas son tanto de ARNm como de Vector Viral no replicativo (Sputnik V, AstraZeneca o Cansino). La aplicación del refuerzo se ha convertido en una necesidad para enfrentar a Ómicron. Con su aplicación en mayores de 18 años, los menores de 17 debieron enfrentar las nuevas olas de contagios posicionándose como población sensible, según señaló Bonvehí.
“Frente a la variante Ómicron se requiere inexorablemente de tres dosis, con lo cual discutir la necesidad de una cuarta cuando en la Argentina un gran porcentaje de la población aún no recibieron la tercera es complejo”, explicó a Infobae, el médico infectólogo Eduardo López (MN 37586), mientras hoy el ministro de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, Fernán Quirós anunció que la CABA empezó a aplicar la cuarta dosis o segunda dosis de refuerzo contra el COVID-19 a todos los mayores de 50 años, a las personas con condiciones de riesgo y al personal estratégico (personal de salud, educación y seguridad). Los turnos empezaron a asignarse desde ayer, iniciando por aquellos que recibieron la primera dosis de refuerzo hace más tiempo. El intervalo mínimo establecido es de 120 días. En tanto, Provincia de Buenos Aires había comenzado a aplicarlas la semana pasada.
Mientras nuestro país vuelve a contar números bajos de infecciones diarias y menos internaciones y muertes que las que contabilizó en diciembre y enero en plena tercera ola de coronavirus, la campaña de vacunación no se frena, aunque está en una desaceleración natural debido a que muchos ya están vacunados y deben esperar los cuatro meses recomendados para una nueva aplicación o directamente, porque también no hay un peligro real o evidente por la baja de casos y la percepción del riesgo bajó, según aclaran los especialistas.