La atleta María Eugenia Challiol se sumó al segmento de la mujer en el deporte y brindó una entrevista cargada de información sobre su disciplina, habló de sus mejores anécdotas y hazañas.
“Empecé porque tenía sobrepeso, mi objetivo era correr una Maratón de Reyes y cuando alcancé ese objetivo seguí corriendo otras carreras, hasta que un día quise ver cómo era correr 21km, así que hice eso, corrí y desde ahí quise ir cada vez por más” indicó la concordiense en referencia a sus primeros acercamientos al atletismo, con su característica simpatía y frescura.
El proceso no fue fácil, pero su determinación la empujó, definitivamente, a ir por más: “corrí varias carreras hasta que un día me invitaron a hacer el cruce de Los Andes, que es en Chile, eran 100km en 3 días. Fui y lo hice, entrené muchísimo, cuando volví me di cuenta de que si entrenaba 7 meses podía hacer esos 100km en solo un día y fui por eso”.
Dificultades
“Lo más difícil de esas carreras es acostarte. Los tramos son de 40 kilómetros y después tenés que levantarte a seguir corriendo. Dormís dolorida y sabes que al otro día salís a correr de nuevo, arrancás caminando hasta que el cuerpo calienta. Lo que más aprendí de esas carreras es que cuestan más las bajadas que las subidas, te duele mucho más el cuerpo y es algo que uno no lo entrena” expresó la deportista.
En lo que a la familia respecta, contó que “a lo primero me decían que estaba medio loca, que por qué corría tanto, que me iba a lastimar, pero después se acostumbraron. Lo que más les cuesta es que en este tipo de carreras pasás más de 30hs. corriendo desconectada, entonces no saben cómo estoy, se tienen que manejar por las redes porque no tengo el teléfono, sólo en algunas carreras podés llevar GPS y te pueden ir siguiendo”.
La previa
“Tengo dos entrenadores, con Martín Segovia hago la parte de trote y la parte física con Diego Cabral en el gimnasio. Hubo un año que cada 40 días estaba compitiendo, así que prácticamente no entrenaba, usaba las carreras como entrenamiento para la próxima. La alimentación tiene mucho que ver, tanto antes como durante las carreras” indicó María Eugenia.
A la hora de las competencias, explicó que “uno se va conociendo el cuerpo, conoce las carreras y en qué momento de la carrera se cae. Atravesás todos los estados. Cuando la cabeza se cae sabés lo que tenés que hacer, parar, descansar, hacer algo que te cambie el chip. Esto es puesto a puesto, pasás un puesto de agua y ya te olvidás de ese, vas dividiendo la carrera en tu cabeza”.
Experiencias
“He pasado de todo estando sola corriendo, en la última carrera que hice en 2019 tenía el sol detrás y lo único que veía era mi sombra, así que le iba hablando a mi propia sombra. Con música no he podido correr porque aturde un poco, en los puestos a veces se te suma algún corredor, pero cada uno tiene su ritmo y su estrategia” recordó entre risas la corredora.
Luego, habló de su competencia en Portugal y sobre el valor que tiene correr en su ciudad natal: “lo primero que vi fue mi bandera de Argentina que había dejado colgada. En estas carreras llegan cada dos horas los corredores, cuando llegué no había nadie salvo la organizadora. Te abrazás con vos mismo, porque generalmente viajé sola. Siempre trato de correr acá en Concordia por el hecho de correr con gente, llegar y tener a quien saludar. Es difícil de explicar la soledad de llegar y que no haya nadie”.
Ultramaratón: el camino de la vida
“Si corrés vas a pasar cosas que no las pasaste y que no las vivirías en otros momentos. En una carrera alucinás, ves cosas increíbles en el camino, pasás por muchas situaciones que te sirven para tu vida. Hay momentos en que tenés obstáculos y en los que tomás decisiones como en la vida. Todo depende de vos, no hay nadie que te lleve, no es una bicicleta que no pedaleás y podés seguir con envión. También aprendés de las decisiones malas que tomás como en la vida vas aprendiendo de los errores”.
Sobre el cierre de la nota, reflexionó sobre los valores en la competencia: “es increíble la solidaridad con uno y con los demás, he resignado carreras por auxiliar, he curado gente, no podés no ayudar. A veces vas bien, pero hay cosas que te retrasan. A la larga no va en el tiempo ni las posiciones, va en como viviste la carrera” y resaltó que “las mujeres tenemos algo que no tienen los hombres que es mucho más aguante, mucha más resistencia al dolor. Está estudiado. Además, eso de auxiliar y acompañar al otro también lo tenemos”.